Toma del bosque incendiado
En
decantación menos suprema lloro imaginando
El fin de
las cosas y el oxígeno extinguible
Confundido
en la madeja locura de la muerte
Sufro la
misma realidad de mis células ancianas
fragor de la
inmensidad superflua
convoco a mi
recuerdo tan distante y veo sólo sombras
Historias confusas como si ojos inútiles fueran brazadas
Oscuridad de
un mar ciego a pestañazos
Más cercana
es la respiración sobre la hierba
Que humedece
mi rostro de hojarasca
Vislumbro
solo los tenues rayos del sol
El aura
majestuosa de esta vida ejecutada
Por surcos donde la maleza cimbra
Y el viento
canta ebrio contra la brisa del
tiempo
Su vieja canción
de horóscopos y ángeles dorados
Naturaleza
perdurable en arco iris de nidales
La vida en charco
y la sombra retorcida bajo el ramaje
perdurable del llanto de la muerte
lenguaje imbricado como simples ramas que entretejen
este misterio insondable de aves que disfrutan
y alimentan
sus pequeñas almas de frutos dulces
y silvestres roídos.
Oh
pordioseras cumbres de solar hambruna
Detrás de
grandes nubarrones húmedos de fuego
Gigantes
aviones sobrevuelan sobre nuestras cabezas
Mientras el
bosque se incendia de imaginación mezquina
Y la
humareda ahorca a los dioses en los
cables eléctricos
En medio del
bosque aparece la pobreza escondida
Detrás de
cada eucaliptus aparece un pájaro pobre
Sobre la pradera se ve la indigencia oculta de las
chozas
Detrás de los árboles se esconde la estrechez esquelética
El fuego azul de la miseria de los ángeles
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