Poemas Impublicables
viernes, 2 de mayo de 2008
Puerta para no pasar
Rosamel Del Valle
1901-1965
Chile
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Un día que habían venido relámpagos. Un día que el amor
salía de ti en una lámpara.
Todo iba de un lado a otro. Los árboles habían entrado en la casa
a dormir.
Mañana habrá un ojo en mi mano derecha. En mi izquierda, dirán,
una lágrima.
Y diré: no eres sino lo que no veré cuando despierte. Oh, cómo se
desencadenan las cosas.
¡Recuerdas? Si llovía, era que tú regabas la higuera para la danza
del tiempo.
Si había sol, era que sonaban las campanas del alba por la muerte
de Rimbaud.
Si estaba nublado, era que pasaba Gerardo de Nerval junto al
Ángel de la Melancolía.
Si todo era blanco, era que Mallarmé escribía arrodillado sobre el
césped.
Si caía la nieve, era que Edgar Poe se paseaba de noche por las
calles de Baltimore.
Si todo estaba lleno de perfume, era que Baudelaire destapaba el
frasco de las flores del mal.
Si el viento estremecía el jardín, era que William Blaque estaba
espiado por los ángeles.
Si el olor a azufre venía del jardín, era que Lucifer llegaba de visita
a la casa de Swedenborg.
Si las charcas se movían, era que Lautremont las alumbraba con
su lámpara.
Si cantaban los coros de la noche, era que Novalis soñaba en su
noche sin sueño.
Si todo era silencio, era que Holderlin hablaba con el zapatero en
la buhardilla.
Si los gendarmes dispersaban a la multitud en la plaza, era que
Shakespeare llegaba a la ciudad.
Si el trueno pasaba por detrás de las torres, era que Edward Young
mostraba su libro al Eterno.
Si la luna se enredaba en las lilas, era Leopardi que abría una puerta.
Si pasaba una mujer, era que Dante guardaba una corona en el
séptimo cuarto de los Ángeles.
Si el ciego tocaba la ocarina en la Catedral, era Milton cortando
una flor en el Paraíso.
Si los cisnes morían al borde de la fuente, era Rubén Darío en
busca de la cítara.
Si hacían ruido en los telares, era Verhaeren de vuelta del paseo
de los suburbios.
Si había un desfile de banderas enlazadas, era Walt Whitman en
una calle de Brooklyn.
Y si la noche caía de pronto junto a tu sueño, ¿recuerda?, era que
la muerte cantaba afuera en el árbol de la mañana.
(Del Joven Olvidado, 1949)
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