Poemas Impublicables

lunes, 11 de febrero de 2008


La pizza oscura
Marcelo Arancibia
Chile

In memoriam a E. L.


El condimento de la tierra sobre la pizza oscura
Quemada, achurrascada, partidura al medio,
Con el cuchillo eléctrico torturándola,
Como si el tajo amenazara ser una paja sangrienta
Más viejos, ancianos, vetustos, quizás sabios.
No sé por qué causa, ni qué deseo, gula tal vez
Sin ruedas el reloj siguió marchando, la veíamos girar
detrás del vidrio, expeliendo un olor rugoso como el de nuestros cuerpos.
Manchados sonidos que hace la leche materna al salir caliente del eje pezón
Así giraban nuestros ojos al ver sus orejas de jamón
No las edades de niños agarrando las nalgas de nuestras primas
Ni el pecado original castrándonos, deseosos de enterrar los dientes
sobre la masa caliente de hojas, de libros en la hoguera
En el queso derretido del tiempo, el tomate infernal,
el chuckrut de las menstruaciones que nunca faltan
en este bodrio recalentado a tijeretazos.
¡ Puta la huevá pa’ mala!
No la primigenia, sino esta pobre
Tan viejos que estamos, eñor
Sin consuelo
Mi amigo Quique como un sátiro sobre el cuello de la abuela Isabel
serán los mordiscones de viejo desdentado que dimos
Dejarla tanto tiempo achurrascándose
Yo agarré mi pedazo con fruición y me metí al closet
A comerla y tragarla, como si hubiese rejuvenecido de golpe,
Qué fue de los ángeles que fuimos
A nadie se le ocurrió apagar el horno
Con la rapidez y precisión de un mago encantado
El olor a quemazón que se expandió por el asilo
Dejarla tanto tiempo incinerándose.

Soy ese anciano que cae de rodillas
Qué será de nosotros, los viejos chochos que fuimos
Alguien apagó el horno microonda
Porque se quemaba la mazamorra
Se pasó de humo la casa de reposo, de las inmediaciones
A la cocina
La pizza oscura como pedazo quemado de un bosque
devorante
Le extirpamos lo malo-salvamos algo, las migajas-
Nos sentamos todos a la mesa
Como ángeles hambrientos
Fue la diáspora quizás
Nada es bastante comida para un goloso
Yo soy el culpable, perdonen muchachos
Por esta huevá quemá
Este trozo de carbón que no sirve
Ni para escribir pico en la murallas

Cuando dejó de girar en su plato
Yo sin mi dentadura apócrifa
Envuelto en ella como un tizón
El olor a quemado, la ceniza del fruto
Reprochándonos el haber dejado olvidado
Hizo que vinieran en nuestra búsqueda
Estábamos en un bosque en llamas
Pero nos escondimos
Nada es suficiente cuando uno tiene hambruna
Aquí en este hogar la comida es escasa
Y a veces por las noches hacemos de las nuestras
Sus buenos pataches con los otros viejos
Ya está bueno que se acuerden de nosotros
No entienden que fue sólo un juego de niños
¿Cómo es la huevá?
O encienden la luz estos toturadores
O nos quemamos juntos en este infierno
Haciéndonos cenizas para siempre.
(De La gran putesía chilensis)

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