El sacrificio
Marcelo Arancibia
No importa el peso de mi conciencia bruta
Es bueno aclarar algunas cosas antes de tiempo
Como que la muerte carga en sus fauces
La risa íntima del idiota
Todo esto es tremendamente trágico
A quién le interesa trascender más
Allá de la nariz roma, de la ñata egipcia
La belleza es demasiado estática para
Salir al baile de máscaras
La fealdad es tan humana como los dioses
¿Alguien está esperanzado en vivir
la eternidad recíproca?
Yo no creo en la parapsicología de los
Iluminados
Prefiero el tiempo como un traje
A la medida
Tan grandioso como escribir “la muralla china”
Sería desarmarla palabra por palabra
Uno no escribe porque se vaya a morir
De repente la cosa no funciona
“Murió repentinamente porque no le
funcionaban las metáforas rabiactivas”
Yo leía a Perico los Palotes porque
“Tenía unos líos terribles con los jueces del Parnaso”
¿Alguien cree que la poesía se corrompe?
Mejor sería timar a los ángeles caraduras
Usar de la poesía profiláctica
Esa que no deja marcas en el ultraje
O de la poesía menopáusica
Que no deja sangre en las manos
Del asesino poeta por virtud
Yo no sugiero la poesía abortiva
La que cierra las puertas en la narices
Sino la poesía fetal que se enrolla
y desenrolla como la culebra del paraíso
Ofreciendo al lector la mascada mortal.
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