Marcelo Arancibia
No entiendo absolutamente nada de revoluciones
Ejecuto con mi cabeza pensante el pasmoso dolor
De los desdichados
Me echo sobre los huevos frescos y disparo mi arma
Ejecutora sobre niños viejos
Y el incendio devora al más infeliz entre los cuerdos
Fabrico bajo sótanos pequeños poema robotizados
Es cosa de releer ciertos códigos confusos
Así voy construyendo el amor al prójimo
El odio manifiesto por la violencia incendiaria de la palabra
Estoy convencido que lo mismo es construir dioses que pequeñas
Religiones en el vacío
Ni de ese celoso espanto traje verdades inconmensurables
Ni entendí lo justo ni lo practiqué por divino
Mi ocio edificó puentes de palabras sobre ríos espumosos
La noche tejía su oscuridad trágica
Hasta mis leales amigos escondieron sus cabezas soberbias
Bajo la oscuridad de las arenas
En las aguas mantenía a los cadáveres rebosantes
En ese infierno el lobo aullaba despierto por la conciencia
De los otros
Todos íbamos donde la corriente arrastraba
Nadie estaba demasiado lúcido para devorar la luna
Así en el olvido permanecíamos irresolutos y castos
Como si la poesía no fuera la fiesta de los traidores.
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