XXXX
Michael Hofmann
1957-
Alemania- Inglaterra
"que lo único que hace es componerse de días;
que es lóbrego y mamífero y se peina".
Vallejo
Orino en las botellas,
recojo la ceniza en la palma de la mano,
tiro las colillas por la ventana
o las apago en el lavaplatos.
Consumo alimentos preservados,
frutas secas, pan negro y carne precocida.
Tengo cuarenta. Con las uñas solté el interruptor
para darle un descanso a la sala.
Con las medias puestas -escrupulosa pedantería-
retiré la alfombra floja del undécimo escalón.
Más tarde podría dar unos portazos
y pasar una mojada noche bajo los árboles.
Me he identificado con una caja amarillenta en las líneas del tren,
observé silenciosos fuegos artificiales sobre el Támesis,
vi dos estrellas fugaces consumirse sobre Londres
y pedí unos deseos.
No recuerdo la última vez que escribí una carta
o cogí el teléfono. Dirijo mi sonrisa
a los tenderos, choferes de autobuses y jóvenes madres.
Esto me deslumbra.
Pienso continuamente en el dinero y las pulgas devoran mi ropa:
todo sobre los tesoros terrenales es cierto.
Durante media hora, con palpitaciones,
miré dos niños y estaba seguro que eran míos.
La mayor parte del día la paso acostado
o durmiendo. No he leído tantos libros
con esta avidez desde que era un muchacho.
Las noches son difíciles. A veces grito.
Soy peleón, encantador, lujurioso, inconsolable, arruinado.
Tengo el radio encendido, como hacía mi padre,
y lo cargo conmigo de habitación en habitación.
Me gusta el tono de su conversación.
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