Difunto

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Marcelo Arancibia

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Valparaíso


Decía y su voz era un fantasma
un hilillo de luz que se filtraba
por debajo de mis ojos muertos.


Mentía, robando el color triste
A las flores ciegas y alas abejas.

Amaba, cuando mi boca exhalaba
un rayo de fuego ocioso.

Volvía, cada vez que lloraba
A mi corazón estrecho
Y distante.

A veces su locura dulce
impugnaba mi muerte
Me imaginaba como un ángel ebrio
dormido en el sol.

Yo la amaba, sin duda.
Nunca pude amar a otra mujer
Tenía cierta magia en su cuerpo
Algo que nunca se puede explicar.

Me dejó porque envejecí.
Era demasiado joven para ella.
Nunca entendió mi fuego secreto
Esa lujuria que era un caos

Después entendí que ella
Nunca existió.
Yo ya era un buen anciano
Con miles de cosas escritas

Una noche intentó matarme
Con un beso.
Yo repelí su acoso con
Una caricia más abajo
De su ombligo pintado

Me dijo que era una bestia
Yo supuse que jugaba
Una noche la busque
En un rincón de la cama

Allí estaba como amurrada
Tan bella como siempre
Me preguntó si estaba muerto
No le pude mentir

Desde ese día,
Nuestro amor se hizo eterno
Un infierno bien compartido
Donde el sexo era
Nuestro pasa tiempo mejor

Un día cualquiera se enamoró
De un arcángel perdido
Lo supe por el rubor de su alma
Te dejo para siempre – me dijo-
“Ya no siento nada por ti”

Yo habría matado a ese arcángel
de un buen flechazo en sus alas grises.
Hablé con ese semidios y le conté
Cosas malas de ella.

Me creyó un despechado
Un pequeño demonio
Incluso se rió de mí
“Yo soy el elegido –me dijo.
Vete.

Intenté convencerla de mi tristeza
Y me escupió el rostro
Arriesgando todo la rapté
Me escondí entre unas nubes lechosas.

Pasado el tiempo me confesó
Que todo había sido un gran error
Cuando yo intenté abandonarla
Por otra, ella hizo el mismo juego.

Entonces me enamoró
con su perfume pasajero

Me enganché en sus orgasmos
que eran pequeña flores distorsionadas

Ella era un gran misterio
Esa chica pudo darme una mejor muerte

Estoy seguro...
Estoy seguro