Poemas Impublicables

miércoles, 10 de diciembre de 2008


Resistencia en la tierra


Hay sementales solos, como yo
Mujeronas llenas de rollos en la cabeza
La luna milhojas pasando por dentro de un pernil
Colesterol, colesterol, colesterol,
Como un reflote, entre olas carnudas renacemos
Como si respiráramos en la malaya fresca
Como si rebotáramos entre ombligo
Y tetas pitagóricas

Hay odaliscas fellinescas,
Hay manos que se arrastran por su piel ardiente
Hay vida en esa adiposidad
Como risa suicida
Como tarascada de ballena
Saliendo de sus glúteos, de cierta estrechez
Diminutas presas en la oscuridad como beldades
O sílfides malignas

Yo frecuento, solo, a veces
A estas cetáceas con sifones
Inicio este viaje por la orilla para no atorarme
Blancas como migas de pan, como leviatán
Como perdices remontando en sus orgasmos
Y el leteo se desbordara por un piquero
Por un guatazo bien dado
Hacia abajo hunde el tálamo nupcial, caemos revolcados
Riéndonos,
Yo con mis huesos negros sobre la balsa de la medusa

Hasta la vecindad llegan los gruñidos de ella
Como un somier sin resistencia, como un Polifemo sin hambre
Cuando cachetea sus jamones, parpadea su corazón henchido
Grita de placer en mi oreja, y entro como un Jonás
Por su lengua, por su garganta
Con mis botas se siete leguas
Y en su interior sus tripas suenan como cordajes
Como engranajes stalinianos

Yo no sé, yo reconozco poco, apenas veo
Pero creo que sus vísceras internas tienen chimeneas humeantes
Acostumbradas a las aguas, a las llamas
Porque la cara de la gorda es triste
Porque la cara de la vida es más triste que la cresta
Todo es tan seco aquí, baldío a veces
Como el festín más cruel

Pero las gordas van por el mundo vestidas de Twiggy
Tragan amantes, buscan alfeñiques que las carguen en vilo
Están donde menos se las espera, con sus lenguas certeras
Para enhebrar sus colmillos y clavarlos
Entonces te arrastran hasta moteles de mala muerte
Y te empinan en los catres y te empelotan
En colchones que se quejan y frazadas de olas
Allí recostada, de repente resoplan con sus sifones
Expiran un chorro rococo entre las mareas vírgenes
Y navegan por el interior de la pieza, ensortijadas
Donde yo las espero como asustado
Compungido Priapo, con mi ganchuda verga vestida de sardina.

(de "La gran putesía chilensis)

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